La reforma sanitaria

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De forma un poco inexplicable, vemos cómo los enemigos de Donald Trump le siguen subestimando una y otra vez. No importa cuántas veces les gane; no importa que siempre se acaben llevando un chasco: todavía hay mucha gente que se niega a admitir que el actual presidente de EEUU ha llegado a donde está porque está más preparado y es mejor estratega que ellos.

El último ejemplo lo podemos ver tras el fracaso de su supuesta reforma sanitaria. Y digo supuesta porque a pesar de lo que diga la prensa, el padre de esta reforma no es otro que el líder de la mayoría republicana en el Congreso, Paul Ryan, que es quien la redactó y presentó.

Cosas de la vida, resulta que la relación entre Donald Trump y Paul Ryan no es la mejor del mundo precisamente. Al contrario, quien haya estado mínimamente pendiente de la campaña sabe que tras la puñalada del segundo cuando el escándalo del PussyGate, el primero se la tiene jurada, seguramente porque ha visto que es imposible fiarse de alguien así. Aquí unos pocos tuits para que veáis hasta qué punto llegó el nivel de tensión:

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Sea como fuere, el caso es que lo primero que han hecho el Partido Demócrata y la prensa tras el fracaso del denominado RyanCare ha sido decir que en realidad esto es una derrota humillante para Trump. Y eso que él no ha escrito ni una coma de la propuesta y apenas se ha implicado en la negociación para que sea aprobada por el Congreso, más allá de algunos gestos que le han servido para no parecer desleal. Desde luego, cualquiera que haya visto a Trump pelear por algo puede intuir que no se ha mojado mucho para pasar la reforma.

Los que seguís este blog sabéis cómo negocia Trump. Siempre empieza con una oferta muy alta imposible de aceptar y, a partir de ahí, va moderando su postura. De este modo hace creer a la otra parte que está siendo flexible. Cuando ambos llegan a un punto medio, parece que las dos partes han cedido y todos salen contentos. Sin embargo, el único que ha cedido realmente es el que está sentado al otro lado de la mesa, pues la idea original de Trump era llegar a ese punto. Todo esto no es ningún secreto: lo explica él mismo en todos sus libros.

¿Qué ha ocurrido con la reforma sanitaria? Pues algo parecido. Trump dio vía libre al Partido Republicano para que éste elaborara una propuesta republicana, es decir, una propuesta que de ningún modo sería aceptada por los demócratas. Y así surgió el RyanCare, un sistema de salud similar al de Obama pero que dejaba a 24 millones de americanos sin cobertura médica. El matiz con su forma habitual de negociar es que esta vez Trump ha hecho que sea otro el que lance una oferta alta. ¿Por qué? Parece claro que para marginar y desactivar al que la iba a perder, es decir, a Paul Ryan.

A diferencia de Trump, cuya habilidad para utilizar la histeria mediática a su favor le hace salir impune de cada escándalo, Ryan es un político convencial, y la derrota de una propuesta que lleva su firma es un golpe enorme a su autoridad y su figura. De hecho, ayer Trump animaba a sus seguidores de Twitter a ver un programa de la Fox en el que la presentadora pedía la dimisión del congresista republicano. Vendrán más dardos.

Pero más importante aún: ahora Trump tiene vía libre para elaborar y negociar su propia reforma, una ley que reemplace el según él costoso y desastroso ObamaCare. Durante las primarias republicanas, el entonces candidato habló de un sistema sanitario que no dejara que ningún estadounidense muriera a las puertas de un hospital, una idea que fue tildada de «socialista» por sus rivales. Ésa es la reforma que quiere Trump. Pero para aprobar algo así necesita el apoyo de parte del Partido Demócrata, y ahora mismo los demócratas sufren tal escozor postelectoral que no apoyarían ni el aborto libre si fuera Trump quien lo propusiera.

Planteado de otra manera, si el plan de Trump fuera desactivar a Paul Ryan, ponerse manos a la obra con la popular reforma de impuestos y trasladar el debate sobre la reforma sanitaria a las elecciones legislativas de 2018, en las que los legisladores demócratas serán mucho más vulnerables a votar a un sistema de salud a la europea, la derrota del RyanCare es exactamente lo que tenía que pasar ahora mismo.

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